Historia
Apuntes Históricos del COAAT de Santa Cruz de Tenerife
El Colegio Oficial de Aparejadores de Santa Cruz de Tenerife se crea en un momento histórico complejo, 1941 con la II Guerra Mundial en plena ebullición, con las secuelas aun muy vivas de la Guerra Civil Española, en el entorno de una situación económica de supervivencia, con la incertidumbre a flor de piel, intentando remontar la gran pesadilla.
Mientras, el país entero, trata de reiniciar la actividad que podrá poner en pie, de nuevo, a una Nación que se vio conmocionada por la guerra. Desde las más altas instancias se hacen intentos por conducir la reconstrucción. En Canarias aparecerá un hecho singular, propiciado por el mismo Estado nacional -como no podía ser menos- y que bajo los auspicios y la autoridad del Capitán General, “va a gestionar más arquitectura que la iniciativa privada en circunstancias favorables”
No es este el lugar para hacer un análisis de los modos de construir que se implantarán en lo que se ha dado por llamar la etapa de autarquía en España. Pero si señalar que los diferentes países que sufrieron una determinada forma de gobierno en ese período, tales como Alemania, Italia, España, con elementos políticos similares, implantaron una forma de arquitectura que definiría, por si misma, la ideología dominante. Los movimientos de vanguardia que hasta la República tuvieron un reflejo en la arquitectura, desaparecen porque en definitiva son portadores de ideas nuevas, refrescantes, cultas y originales, realizadas por artistas que tienen una nueva forma de ver la sociedad. Pero el futuro se verá ensombrecido por las guerras. La prohibición de las vanguardias y el cambio exigido en el pensamiento obliga, a los artistas en general y a los técnicos en partícular, a realizar una imagen nueva a la medida de los ideales que preconiza el Movimiento Nacional.
María Isabel Navarro Segura dice textualmente. “A nueva política, nueva arquitectura. Los discursos del General Franco no dejaron de referirse reiteradamente a los destinos gloriosos que el nuevo estado le deparaba a la arquitectura. Es cierto que las condiciones en que quedó el país después de la guerra hacían presuponer la importancia de las obras de reconstrucción, y aquello requería una minuciosa organización, pero los cambios introducidos distaban mucho de referirse exclusivamente a este marco de provisionalidad, y se extendieron a todos los aspectos de la profesión, afectando profundamente a los más recientes objetivos de transformación de la arquitectura de España.”
Como sucederá con la mayoría de los intelectuales que se van al exilio, muchos arquitectos toman ese camino y otros serán víctimas en las ya famosas purgas de los que fueron depurados profesionalmente. En una Orden de 24 de febrero de 1940 bajo el título de “Depuración político-social de arquitectos”, publicada en el B.O.E. del día 28, se lee “Con el Glorioso Movimiento Nacional y el término de la guerra, los Colegios Oficiales de Arquitectos se reorganizaron, cuidando de atender, en primer término, al elemental deber cuidando de conocer la actuación patriótica y conducta político-social de cada colegiado, en relación don el Glorioso Movimiento Nacional, para juzgarlo en su consecuencia…”
Un hecho similar sucedió con los aparejadores. En acta de diciembre de 1942 se da por recibida la notificación para la depuración de colegiados. No vuelve a citarse, para nada, dicha notificación y no hay constancia de que se produjera ningún tipo de acciones. Sin embargo noticias obtenidas en el Consejo General dan cuenta de la destrucción, a finales de los años setenta, de una importante cantidad de documentos, provenientes de los expedientes personales de aparejadores, que por razones , seguramente de índole política y social, tenían comprometidos sus expedientes. Pero esto debió suceder a las distintas profesiones, por lo que no es en sí un hecho relevante. Pero no es menos cierto que la actividad profesional, de arquitectos y aparejadores, es diferente aunque interrelacionada, y que el poder de los arquitectos podría ser mucho mayor y en definitiva porque era el medio en el que se iba a apoyar el gobierno para realizar la arquitectura que, como ideario, iba a estar presente, de ahí en adelante, patentizando las realizaciones que darían la imagen que, como en los casos de Italia y Alemania, magnificarían la idea de imperio. Ha de mencionarse que un aparejador que fue suspendido en su actividad municipal y encarcelado por motivos políticos consigue plaza en 1940 como aparejador de la Mancomunidad Provincial.
Si la ideología del régimen va a quedar impresa en la arquitectura de la autaquía, también será un factor importante la carencia de materiales que , como hecho económico, va a incidir en la calidad e incluso en las formas y modos de construir. No es fácil, aquí y ahora, recurrir a estadísticas de materiales importados para la construcción, pero los testimonios de aparejadores que trabajaron en esa época son sobradamente elocuentes.
Buenaventura Bencomo, hace referencia a las constantes peticiones de amparo realizadas ante el Capitán General de Canarias, para obtener vales de cemento y así poder terminar una obra concreta, Falcón recuerda las obras del Balneario, que realizaba el arquitecto Pisaca, que se vieron favorecidas por los apoyos’ del Mando Económico, y la Junta de Abastecimientos, que propiciaba vales para obtener cemento.
Felipe Padrón Sanabria, que por ese entonces ya se movía en los círculos culturales de la isla, recuerda una polémica entre Eduardo Westerdhal y José Enrique Marrero Regalado como consecuencia de la arquitectura que se estaba haciendo en la isla por esa época. Y enfatiza una frase del arquitecto ” si Eduardo supiera algo más de arquitectura, no hablaría así”. Porque la arquitectura se hace con materiales, con los que hay.
Padrón hace referencia también a la construcción de la Basílica de Nuestra Señora de La Candelaria. Los intelectuales debatían la forma de construir la nueva iglesia y ofrecían soluciones vanguardistas, con creación de grandes espacios acristalados en bóvedas y cúpulas. Felipe Padrón transmitió a Marrero la conversación de los inquietos contertulios. Al arquitecto Marrero le gustó la solución pero preguntó al aparejador que donde encontraría aquellos materiales y de encontrarlos, cómo los importaría a las islas; no quedaba más remedio que construir con lo que había y no era mucho.
Había que contar con otro elemento para construir: los operarios. La versatilidad del obrero canario, que compartía su doble aspecto de agricultor y albañil, permitió el milagro. Había buenos maestros, tanto en albañilería como en carpintería, gentes que heredaron el oficio bien aprendido en una edificación tradicional. Conocían la construcción a fondo, manejaban el canto del sur, el ladrillo y la piedra. Conocían la madera, la teja. Eran magníficos en la ejecución de los morteros, y la necesidad les había enseñado a aprovechar al máximo materiales y posibilidades. No hay que olvidar la arquitectura que se hace anteriormente y los resultados. Y tampoco hay que olvidar que uno de los recursos por el que va a optar la arquitectura de la autarquía es por la repetición de modelos rurales, que adoptarán los responsables. A este respecto María Isabel Navarro dice textualmente: “El ruralismo como propuesta formal estuvo desde un primer momento destinado a representar ambientes privados y se promocionó como alternativa oficial por Regiones Devastadas en el territorio nacional y por el Mando Económico en Canarias”. Y queda patente en las obras de Marrero Regalado, Rumeu de Armas y Tomás Machado, donde unos más y otros no tanto, realizan una arquitectura con claro influjo de los elementos tradicionales y regionales, donde además se pueden observar otros tipos de diseño de corte monumental como el Cabildo Insular de Marrero. Sin embargo será la Plaza de España de Machado o el Gobierno Civil de Pisaca, los que forman parte de la otra arquitectura creada por el Régimen, la monumental inspirada por Herrero o Villanueva como se señala en el libro que nos sirve de apoyo sobre esta época.
Queda patente que la aparición del Mando Económico bajo los auspicios primero del Capitán General Serrador y posteriormente y hasta 1946 en que desaparece, bajo el control de García Escámez, va a significar una singular ayuda a la economía regional y un control riguroso de las obras que en número considerable se realizaron, tratando de resolver problemas estructurales en todo el archipiélago. Es por lo tanto una etapa singular que servirá de arranque a la economía de las islas después de una guerra nacional y durante un período singularizado por la II Guerra Mundial.
Los primeros aparejadores
En otro lugar de este trabajo se habla de la creación de la Escuela Politécnica de La Laguna, que según un Real Decreto de 1927 permitirá los estudios de Aparejador entre otros. Pero sin embargo habrá que esperar a 1931 para que dichos estudios se inicien.
Para conocer más directamente a aquellos primeros profesionales recurrimos a la búsqueda de datos en personas que vivieron los momentos iniciales ‘Y formaron parte de la primera promoción de aparejadores. José Bernardo González Falcón nos dio los datos.
Una vez ingresados en la Escuela, unos terminamos antes que otros. La cuestión estaba en los estudios previos. Los que teníamos el bachillerato pudimos convalidar una serie de materias, lo que nos permitió terminar antes que otros compañeros. En realidad no se tenía una idea clara de lo que era un aparejador, ni para que servía. Recuerdo que en el Ayuntamiento de Santa Cruz había un aparejador que entró por oposición en Hacienda, era Ángel María Gutiérrez y compartía trabajos en ambos sitios. Creo recordar que tenía una misión no tan completa como la que tiene un aparejador de hoy. Era una cuestión administrativa, elemental y bastante vaga. Por aquel entonces habían dos aparejadores más en el Catastro, que vinieron de la península. En obras Públicas estaba Andrés Pintor que había estudiado aparejador y era de la misma época que el arquitecto Domingo Pisaca.
También en el Ayuntamiento de Santa Cruz, y mucho antes de que viniera Gutiérrez, estaba Salvador Clavijo que ayudaba a los arquitectos y figuraba como una especie de aparejador junto a él estaba un delineante muy bueno y muy antiguo que se llamaba Nicolás Castro que también figuraba como aparejador del ayuntamiento, pero sin haber cursado estudios. Por aquel entonces, al imponerse la carrera, en cuestión de un año Nicolás Castro hizo todas las asignaturas y fue de los primeros que tuvo título en el Ayuntamiento de Santa Cruz.
En La Laguna figuraba como aparejador un antiguo maestro carpintero de la época de mi abuelo, que se llamaba maestro José Núñez que era idóneo para los trabajos municipales y lo contrataron durante muchos años antes de 193O. Era un gran maestro de obras y lo llamaban el Aparejador Municipal porque dirigía las obras del municipio. Creo que su cargo era administrativo pero hacía certificaciones de mediciones de fincas y un sin número de trabajos más, que firmaba como aparejador municipal.
“Yo fui uno de los nueve primeros que terminaron en la Politécnica. Tuve suerte. En aquella época estaba de moda un arquitecto al que no olvidaré en mi vida por su talante humano- y por su enorme categoría profesional: José Enrique Marrero Regalado. Fue un arquitecto modélico y una persona extraordinaria. Mi título tiene fecha de 1934 porque al hacer las prácticas con él se acordó que, en Madrid, un señor que había hecho también aparejador y que era carpintero de primera, le habían rebajado a uno los dos años de prácticas. Las gestiones de Marrero me permitieron en aquellos momentos, con lo que significaba, acabar un año antes mis prácticas. Yo era maestro carpintero de primera y así lo pudo certificar la Federación Obrera, el arquitecto Felip Solá que dirigió una obra en la que yo trabajé con Porté y con mi padre en unas complicadas carpinterías. También los famosos maestros Manuel y José Padrón me hicieron otro certificado de que yo había trabajado de maestro, a pesar de la edad, y que había ganado el jornal de doce pesetas diarias. La cosa tenía su miga, no era nada sencillo. Esto me permitió presentarme a oposiciones de aparejador municipal del Ayuntamiento de La Laguna, Fui el primero que entró por oposición en un ayuntamiento en aquella época”
Este testimonio de Falcón nos permite conocer el estado de la cuestión antes de que aparecieran los primeros titulados por La Laguna. Un largo camino irá configurando la profesión hasta la fecha, profesión que ha tenido cambios de programas de estudios, modificaciones de titulación y participación directa en todo el proceso edificatorio de la región.
Pero queremos dejar constancia aquí de los nombres más destacados, de aquellos que hicieron posible la arrancada en la carrera de obstáculos que ha sufrido esta profesión. Y los testimonio de algunos de aquellos viejos aparejadores, de estos que hemos entrevistado son, sin duda, de gran valor.
Unos y otros se refieren a los que destacaron en estudios de los arquitectos de la época. En el de don José Enrique Marrero Regalado, dieron testimonio de su buen hacer Enrique Rodríguez Sanz, Felipe Padrón y Buenaventura Bencomo. Con don Tomás Machado, Juan y Roberto López y también Felipe Padrón Sanabria. Con don Domingo Pisaca, José Bernardo González Falcón y Manuel de Armas García. Con don Enrique Rumeu de Armas, Barrera, José González y Manuel Aranaz.
Hubo otros aparejadores de singular importancia que aparecen en la memoria y el recuerdo de sus compañeros. Gutiérrez Albelo y Juan Davó, Ambos fueron técnicos de gran calidad dejando para Juan Davó una vida aún muy actíva como creador disciplinado y técnico muy cualificado. Todos los entrevistados dicen claramente que hay otro puñado importante de profesionales pero que sería prolijo enumerar una larga lista. Aquellos que nombran son por haber dejado en ellos mismos una huella profunda en el quehacer cotidiano.
Los maestros
José Bernardo G. Falcón hace un emocionado recuerdo hacia los viejos maestros. Este recuerdo lo hago y quiero hacer hincapié en la importancia que tuvieron aquellos buenos maestros de obra, buenos carpinteros, buenos albañiles que concertaban los ayuntamientos para que les hicieran todos sus trabajos. En empresas particulares figuraban como si fueran aparejadores. Incluso había algunos como Juan Tomás Afonso que era una figura. En La Laguna yo recuerdo maestros que se permitían el lujo de coger un papel y hacer los dibujos de fachadas y secciones como si hubieran realizado estudios de aparejador o arquitectura, porque además, los hombres tenían grandes ideas.
Tengo un gratísimo recuerdo en Santa Cruz de maestro Sinesio. Tal vez haya sido el número uno de todos ellos. Había sido albañil desde muy joven y los arquitectos lo metieron a la responsabilidad de dirigir obras. Tenía ya unos setenta y tantos años y seguía dirigiendo obras como encargado. Era una auténtica maravilla.
Maestro Pepe Roberto era otro de los genios en La Laguna. Su hermano Andrés era también muy bueno. Pero Pepe era de los hombres que entendían la construcción y luego tenían una gran cualidad ya que se puede ser un gran maestro constructor y tener un carácter muy difícil. En cambio maestro Pepe Roberto era todo, el conjunto del hombre sabio y además tenía otra ventaja, dirigía las obras trabajando más que el que más.
Por su parte Felipe Padrón recuerda también a los grandes maestros de obra. Hace memoria en maestro Sinesio. y se refiere a la maestría en el manejo de reglas, cordeles, niveles y escuadras. Para Padrón los maestros se acabaron cuando los edificios comenzaron a pasar de cuatro plantas. Las cosas se empezaron a poner difíciles para ellos. La maquinaria había empezado a aparecer y con ella la calidad comenzó a descender.
Sin duda hay una innumerable lista de grandes maestros. Extraordinarios profesionales que continuaron con los oficios aprendidos de centurias. Y no es muy difícil comprenderlo. Si los morteros se amasaban a azada, se utilizaban las cales y las tierras fuertes con arenas selectas, las obras no requerían prisa sino tiempo para su maduración. Es fácil comprender que el proceso constructivo era una bella arte, aprendida y dejada en herencia. La industrialización, también con sus ventajas, tuvo que dejar paso a otros procesos y a otras gentes. La construcción cambió radicalmente a finales de los años cincuenta. Es el período que comienza a dar la puntillada a los oficios. Con ellos se acabó la calidad, por lo menos aquella calidad heredada y de la que hay suficientes testimonios en los pueblos y ciudades de las islas.
Los arquitectos
Los años cuarenta tienen pocos arquitectos para desarrollar las obras que se avecinaban en Santa Cruz y La Laguna, que eran los dos centros más importantes de la construcción.
Falcón recuerda al arquitecto Arroyo que era municipal de Santa Cruz, a Felip Solá que lo califica como hombre de “carácter débil pero muy buena persona”, municipal de La Laguna. Pelayo López, arquitecto del Catastro. Luego vendrían Tomás Machado, Enrique Rumeu y posteriormente Felix Sáenz Marrero, Luis Cabrera Sánchez-Real y el resto. Mientras estaban, desde un principio, José Enrique Marrero Regalado y Domingo Pisaca y Burgada.
A lo largo de la entrevista surgen continuas referencias a arquitectos y muchas reflexiones. “El arquitecto de aquellos tiempos, creo, era más artista pero menos científico que ahora. Un arquitecto antes, con un lápiz y un papel hacía verdaderas maravillas. Un arquitecto, ahora, es más técnico, más científico. Puede darse el caso de que veas un trabajo de un arquitecto actual y no te diga nada. Yo deduzco que puede que el arquitecto de hoy no sea como el de antes, donde primero era artista y después aprendía matemáticas. No sé si hoy será igual. Pero está claro que como en el arte en general, hay nuevos lenguajes para los que uno no ha sido preparado.
La reflexión de Felipe Padrón que se adjunta en la Base Documental, nos da una idea muy enriquecedora de su impresión y su aproximación a los arquitectos de sus primeros tiempos de ejercicio profesional.
Con estos condicionantes, con los materiales, los profesionales de todo tipo, las condiciones políticas y sociales, los hechos nacionales e internacionales y con una sociedad más proclive a la emigración que a pensar en un futuro a desarrollar en las islas, se va a iniciar una andadura compleja y rica que ha dado origen a una nueva sociedad que se aproxima al final del milenio.
Hacia el futuro
Aquel reducido grupo de profesionales se ha multiplicado por trescientos entre los años cuarenta y noventa. El incremento con la incorporación de la mujer en la construcción no es más que una muestra del propio hecho social que ha visto la participación de la mujer como un elemento más de la construcción de un nuevo país.
Siguiendo con los testimonios y con el deseo de profundizar en aspectos complejos, no escritos, recurrimos en el mismo Consejo General a su secretario, Antonio Castrillo. Su reflexión está dirigida al futuro, siendo un buen conocedor espléndido del pasado.
Pero pasó como en tantos otros sitios. Cuando el Consejo estaba en la calle Carretas y se trasladó a Castellana se perdieron, desaparecieron, se destruyeron infinidad de documentos históricos revistas antiguas boletines, material en definitiva de gran importancia. Nos quedan las actas de las reuniones de tantos años. Pero tantas veces se precisa recurrir a documentos de secretaría y tantas otras nos encontramos con la frustración del documento desaparecido. Sin embargo con Castrillo quisimos hablar algo del pasado y mucho del futuro.
Comenzamos con el Congreso de Torremolinos y él afirma que marcó un hito en la historia reciente absolutamente claro aparte de su coincidencia, o quizás por esa misma razón del cambio político en todas las estructuras, que se avecinaba ya, del paso de la dictadura a un sistema democrático. Fue un momento señalado. En todo caso hay que lamentar que aquella iniciativa no se haya repetido con la frecuencia que en la propia reunión se estableció el de hacer un Congreso cada tres años.
Los aparejadores o arquitectos técnicos que tenemos una profesión evidentemente generalista si no hubiese sido, en estos momentos, la amplísima gama de actuaciones en la que estamos metidos, la situación sería muy diferente. Quizás la actividad más importante, la que más finanzas ha generado, sea la del ejercicio profesional, tal como se prevé en las versiones de 1935 o 1970, la de Aparejadores y la de Arquitectos Técnicos, pero no lo es menos en otras de similar importancia como las de la función en la administración pública, en el campo docente, en la investigación, en la industria -como directores de empresas de fabricación de materiales de construcción, empresas de control de calidad, laboratorios de ensayos, En el campo inmobiliario hay aparejadores introducidos desde la gestión inicial en costos, estudios de mercado, en programas de mantenimiento de edificios en comunidades de propietarios.
“Es una profesión con un abanico de una riqueza extraordinaria, a lo que se ha podido llegar por esa capacidad generalista que le ha permitido ocupar unos campos determinados de especialidad”.
Cada uno tiene su rinconcito de vocación por unas áreas determinadas, Lo que quiere decir, al final, es que hay un interés por algo más concreto, La gente con vocación en la edificación y que ha estudiado con ilusión la carrera, encuentra que tiene enormes campos donde desarrollar su capacidad. Pero a pesar de todo es sabido los problemas que han tenido y siguen teniendo estos estudios, La Ley de Reforma Universitaria establece unos ciclos y en nuestro caso al llegar al ciclo único que tiene aparentes ventajas, también tiene los inconvenientes de no permitir los accesos a otros ciclos que se pueden evidentemente conseguir por formaciones posgrados, de un nivel igualo superior, pero que al no estar encuadrados en el sistema oficial, sirven de muy poco o hasta ahora no han servido de mucho, Otra cosa es para lo que vayan a servir de ahora en adelante, ya que en ese campo también se va a cambiar mucho, y más ahora que debemos converger con Europa antes del 2010.
No cabe duda, que las profesiones que están, que han sido, o que siguen estando altamente protegidas por una legislación que viene en cadena desde antiguo, tienen una capacidad inmensa de transformarse, en tanto que han generado una evolución y les ha llevado hacia una gran apertura.
Yo entiendo que las estructuras colegiales, y esto es fácil verlo en la última década, han dado un giro espectacular, en cuanto a pasar de unas estructuras meramente administrativas a ser otras con conciencia e integración en las sociedad en la que están. A partir de ahí al contactar y pulsar de verdad, las necesidades que tiene la profesión que regentas, aparecen todas esas dinámicas de cursos, seminarios, conferencias, actividades culturales, actividades editoriales, -bien en el campo del arte, bien en el campo de la tecnología-, esa participación en la vida social en el medio donde nos desenvolvemos. Participación en las comisiones de urbanismo, en las comisiones de redacción de normas técnicas y tantas otras cosas.
Actividades que pertenecen a la ciudad, a la provincia o a la región. La expansión de estas actividades, hubiera sido prácticamente imposibles de no haber existido la trayectoria que ha permitido que nuestros colegios se convirtiesen en unas unidades fuertes, coherentes con capacidad de decisión y con unas posibilidades económicas importantes ya que toda esta actividad genera gastos y repercuten en prestaciones que se dan a los colegiados.
El panorama colegial yo diría que ha salido de las cavernas administrativas para pasar a una actividad más moderna, más dinámica, mas de cara a lo que de verdad está sucediendo. Hay colegios que son verdaderos pioneros en las preocupaciones y en el futuro de la profesión, en cuanto a Europa y en cuanto de ella puede venir y en lo que nos puede afectar, y en este sentido una de las áreas fundamentales que el Consejo tiene, gira al rededor del problema europeo.
Explicar este problema sería muy largo pero a mí, en tanto que soy presidente de un comité europeo el de Economistas de la Construcción, me interesa destacar. A la gente le preocupa mucho el que los Aparejadores o los Arquitectos Técnicos no existen en Europa, y a partir de ahí dicen que no pueden homologarse con nadie. Y siempre digo lo mismo. Es necesario tener claro que no hay que confundir la homologación terminológica con la funcional. En Irlanda o Bonn no existen aparejadores o arquitectos técnicos. La cuestión es que ni aquí ni en Italia existen otros técnicos que sí hay en otros países. Se podría sacar una lista de cuatrocientos títulos que existen en Inglaterra, en Dinamarca, en Irlanda o en Alemania y que no existen en otros lugares. Pero sí hay en todos estos países, en definitiva, la función.
La vía de la homologación no es de nombres, es la vía de la homologación de las funciones. En qué medida lo que tu haces se está haciendo en otro sitio. y resulta hasta ridículo decir que evidentemente en Europa se construyen edificios y los edificios se proyectan por quien sea, que tampoco el modelo de proyectación en Europa es igual en toda ella, ni mucho menos, y a su vez distinto de España. Hay diversos modelos y todos ellos conviven perfectamente, sin ningún problema. Esta identidad de la función está en unas personas que se dedican a proyectar, a verificar, a controlar que esa edificación se hace de acuerdo a unos documentos, a unas instrucciones y de acuerdo a unas especificaciones y a unos obligaciones contractuales.
Por lo tanto, el modelo productivo, si que es igual, puede que no sea igual quienes son las personas que hacen eso. Cuando llegas a ese punto estamos llegando al núcleo más delicado de la cuestión. A la pregunta de ¿esto quién. lo hace?, se responde que hay países que lo puede hacer cualquiera, no se precisa ninguna titulación. Porque, a su vez, en algunos de esos países existen unas estructuras estatales muy bien organizadas que se dedican a verificar, desde principio a fin, desde el punto de vista ordenancista, urbanístico y técnico, cuales son las tripas y el contenido de ese dossier que se presenta como documento proyecto para ser ejecutado. En otros países se busca y es absolutamente lógico, al experto.
También surge la Ley de atribuciones del año 86 y posteriormente la Ley de Ordenación de la Edificación del año 1999, que aclara algo más las atribuciones, deberes y obligaciones de los Agentes que intervienen en el proceso edificatorio.